La acción se sitúa en el Frente Occidental. En medio de un ataque nocturno, un pelotón británico se vé atrapado en las alambradas enemigas y sorprendido por lo que parece ser un ataque con gas venenoso, formando una nube que los envuelve. Cuando atraviesan dicha nube, se encuentran con que han ocupado una trinchera alemana abandonada. Dispuestos a mantener la posición, los miembros del pelotón se instalan en ella, pero pronto empiezan a experimentar que algo maléfico habita en la trinchera.
Una nueva muestra de la reciente tendencia del cine contemporaneo a mezclar elementos terror y cine bélico. Esta producción británica, protagonizada por el joven actor protagonista de "Billy Elliot", supone una nueva vuelta de tuerca al cine que podríamos denominar “war horror”. Como suele suceder, el arranque de la película, con la ocupación de la misteriosa trinchera, resulta atrayente, pero luego la historia no sabe mantener el interés. Los fenómenos extraños que ocurren en la trinchera no bastan por sí mismos para crear una atmósfera tensa, y el guión tampoco acaba de desarrollar bien todos los temas que apunta (la responsabilidad del mando, la neurosis de guerra, cierta crítica antibelicista…). Al final todo se resuelve de una forma bastante poco verosimil y aun menos convincente, de un modo que recuerda a películas como “El Bunker” y “Barco Fantasma”.
Lo mejor de la película, sin duda, lo encontramos en la puesta en escena de la trinchera, cuya ambientación es sencillamente PERFECTA. El barro, la humedad, los cadaveres... todo está recreado con un realismo absoluto, que da una idea bastante clara de lo que fueron las trincheras en la I GM. Al menos por eso, sí que vale la pena ver “Deathwatch”. Medianamente entretenida.
Una nueva muestra de la reciente tendencia del cine contemporaneo a mezclar elementos terror y cine bélico. Esta producción británica, protagonizada por el joven actor protagonista de "Billy Elliot", supone una nueva vuelta de tuerca al cine que podríamos denominar “war horror”. Como suele suceder, el arranque de la película, con la ocupación de la misteriosa trinchera, resulta atrayente, pero luego la historia no sabe mantener el interés. Los fenómenos extraños que ocurren en la trinchera no bastan por sí mismos para crear una atmósfera tensa, y el guión tampoco acaba de desarrollar bien todos los temas que apunta (la responsabilidad del mando, la neurosis de guerra, cierta crítica antibelicista…). Al final todo se resuelve de una forma bastante poco verosimil y aun menos convincente, de un modo que recuerda a películas como “El Bunker” y “Barco Fantasma”.
Lo mejor de la película, sin duda, lo encontramos en la puesta en escena de la trinchera, cuya ambientación es sencillamente PERFECTA. El barro, la humedad, los cadaveres... todo está recreado con un realismo absoluto, que da una idea bastante clara de lo que fueron las trincheras en la I GM. Al menos por eso, sí que vale la pena ver “Deathwatch”. Medianamente entretenida.
Crítica de Reisman